Los remates de propiedades representan una excelente oportunidad para adquirir bienes a precios inferiores al valor de mercado. Sin embargo, algunas personas temen encontrarse con "palos blancos", es decir, personas que inflan artificialmente las pujas con otras intenciones.
Afortunadamente, la estructura de los remates y la garantía de seriedad ayudan a mitigar estos riesgos. Partamos por explicar la diferencia entre los remates judiciales de los extrajudiciales.
En Chile, los remates judiciales son ordenados por un juez como resultado de un proceso judicial, como la ejecución de deudas o la liquidación de bienes. Estos procesos siguen procedimientos legales estrictos y se realizan en tribunales, ofreciendo una mayor seguridad legal a los compradores.
Desde la pandemia, muchos remates judiciales se transmiten por alguna plataforma de transmisión en línea, facilitando el acceso remoto. En un remate judicial se subasta una sola propiedad por sesión, y el proceso puede durar solo unos minutos.
Por otro lado, los remates extrajudiciales son iniciados por particulares o entidades, como bancos o empresas, sin intervención judicial. Estos remates son dirigidos por un martillero público registrado en el Ministerio de Economía y pueden llevarse a cabo en notarías u otros lugares establecidos por las partes involucradas.
Estos remates suelen tener procedimientos más rápidos y flexibles, aunque con menos regulación y seguridad legal comparativa. La clave en este caso es fijarnos en la reputación del martillero ademas de revisar cada antecedente de cada lote.
En los remates extrajudiciales, es común que se subasten decenas de propiedades o lotes en una sola sesión, y el proceso puede durar más de una hora. Al igual que los remates judiciales, muchos de estos remates también se realizan a través de alguna plataforma de transmisión en línea desde la pandemia.
Tanto en los remates judiciales como en los extrajudiciales, si asi se establece en las bases, se requiere una garantía de seriedad. Esta garantía, que suele ser el 10% de la postura mínima, puede presentarse como un vale vista, depósito o transferencia. Si el postor no se adjudica la propiedad, la garantía es devuelta. Sin embargo, si se adjudica la propiedad y no paga, la garantía no es devuelta, asegurando la seriedad de cada postura en la puja.
Esta estructura de garantías desalienta la participación de "palos blancos". Una persona que infla artificialmente la puja corre el riesgo de adjudicarse la propiedad en remate. Si no paga, no recuperará su garantía, lo que asegura la transparencia y seriedad del proceso.
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